20 de enero de 2010

Lisbon revisited (1926)

Nada me ata a nada.
Quiero cincuenta cosas al mismo tiempo.
Ansío con angustia de hambre de carne
lo que no sé qué sea -
definidamente por lo indefinido...
Duermo inquieto, y vivo en el soñar inquieto
de quien duerme inquieto, soñando a medias.
Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias.
Corrieron las cortinas de todas las hipótesis que podría ver desde la calle.
No está en el callejón encontrado el número de puerta que me dieron.
Desperté a la misma vida en la que me había dormido.
Hasta mis ejércitos soñados sufrieron la derrota.
Hasta msi sueños se sintieron falsos al ser soñados.
Hasta la vida sólo deseada me harta -hasta esa vida...
Comprendo en intervalos inconexos;
escribo por lapsos de cansancio;
y un tedio hasta del tedio me arroja a la playa.
No sé qué destino o futuro corresponde a mi angustia sin timón;
no sé qué islas del Sur imposible me aguardan náufrago;
o qué palmares de literatura me darán al menos un verso.
No, no sé esto, ni otra cosa, ni cosa alguna...
Y, en el fondo de mi espíritu, donde sueño lo que soñé,
en los campos últimos del alma, donde recuerdo sin causa
(y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas),
en los caminos y atajos de los bosques lejanos
donde supuse mi ser,
huyen desmantelados, últimos restos
de la ilusión final,
mis ejércitos soñados, derrotados sin haber sido,
mis cohortes por existir, despedazadas en Dios.
Otra vez te veo,
ciudad de mi infancia pavorosamente perdida...
Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí...
¿Yo? ¿Pero soy el mismo que aquí vivió, y regresó,
y aquí volvió a regresar, y a regresar?
¿Y aquí de nuevo volvió a regresar?
¿O somos todos los Yo que estuve aquí o estuvieron,
una serie de cuentas-entes ensartadas por un hilo-memoria,
una serie de sueños míos en alguien fuera de mí?
Otra vez te veo,
con el corazón más lejano, el alma menos mía.
Otra vez te veo -Lisboa y Tajo y todo-,
transeúnte inútil de ti y de mí,
extranjero aquí como en cualquier parte,
tan casual en la vida como en el alma,
fantasma a errar en salas de recuerdos,
con el ruido de ratones y de tablas que crujen
en el castillo embrujado del tener que vivir...
Otra vez te veo,
sombra que apsa a través de sombras, y brilla
un momento ante una luz fúnebre desconocida,
y entra en la noche como la estela de un barco se pierde
en el agua que dejamos de oír...
Otra vez te veo...
¡Pero, ay, a mí ya no me veo!
se rompió el espejo mágico en que volvía verme, idéntico,
y en cada fragmento fatídico veo tan sólo un pedazo de mí -
¡Un pedazo de ti y de mí!
F. Pessoa - Álvaro de Campos

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